jueves, 12 de marzo de 2015

Cristo Redentor en los Andes



EL MONUMENTO A  CRISTO REDENTOR                                                       
 El Obispo de Cuyo Mons. Marcelino Benavente, dio a conocer su hermosa idea de erigir una estatua a Cristo Redentor  en los Andes, por medio de su carta pastoral sobre la “Era Cristiana”, de fecha 1 de noviembre de 1900, cuyos párrafos relativos a dicha estatua dicen :
“La forma que hemos determinado para manifestar la fe y la gratitud, es erigir una estatua colosal en la cumbre de los Andes a Cristo Redentor. Pobre homenaje es cierto, pero de gran significado. Ese bronce hablará perpetuamente de nuestro reconocimiento a su soberanía, y recordará a las generaciones futuras, como al viajero que cruce los Andes , el gran Civilizador de los pueblos, el insigne Libertador de las naciones, el Salvador del mundo…”
  “Este acto solemne que pensamos realizar, significa también una súplica perenne al Dios de la paz, pidiendo la unión y concordia entre todas las naciones del continente americano, máxime entre aquellas cuyas vinculaciones de origen y de fe, ligan más íntimamente nuestro afecto, y entre éstas, aquellas con quienes unida la Argentina, mezcló su sangre en los memorables días de la independencia nacional, unión que dio por resultado la libertad de medio continente, unión que de estrecharse más y más por la comunidad de sangre, de idioma, de religión  y de intereses; que tienda su mirada misericordiosa y derrame sus bendiciones sobre la Iglesia y su Vicario, sobre todo el universo y el siglo que comienza” ------

----Habiendo sobrevenido la paz, el Obispo de Cuyo y los delegados chilenos de la paz, convinieron en que el monumento fuera costeado por las dos repúblicas y que se levantase en la línea divisoria de ambos países. Los gobiernos respectivos aceptaron la estatua como monumento de la paz internacional, acordando asistir a la inauguración del mismo.”---

  ---Al pie de la estatua se arregló un elegante altar. El arzobispo de Buenos Aires Mons. Mariano Antonio Espinosa rezó las preces litúrgicas de la bendición del monumento, después de descorrido el lienzo que lo cubría, por los ministros de  Relaciones Exteriores de la Argentina y de Chile. De nuevo se oyeron dianas, las tropas presentaron las armas, la artillería hizo salvas y la concurrencia prorrumpió en prolongados aplausos. Celebró luego la Misa el arzobispo Mons. Espinosa; y una vez terminada, pronunciaron elocuentes discursos Mons. Ramón Jara, obispo de Ancud (Chile) y el Pbro,. Dr. Pablo Cabrera, (Argentina), cura de la parroquia del Pilar, en la ciudad de Córdoba.----

---El Exmo. Sr. Arzobispo dirigió a su Su Santidad el Papa Pío X el siguiente telegrama:

   “Cumpliendo el programa de Vuestra Santidad en su primer Encíclica   
“Instaurare Omnia in Christo”, acabamos de bendecir en la cumbre de la Cordillera de los Andes, la estatua colosal de Cristo Redentor, monumento internacional de paz entre Chile y la Argentina, con representación de Gobiernos, Obispos y concurrencia de ambos países. Bendíganos.”—
  “ Fue contestado en la siguiente forma :
    “Roma. Marzo 16 de 1904 – Deseando que inauguración estatua colosal Cristo Redentor sobre cumbre Cordillera Andes asegure paz entre Chile y Argentina. Su Santidad bendice autoridades, clero y fieles que han asistido al acto solemne. – Card. Merry del Val”—

Extraído de “Historia Eclesiástica de Cuyo”  del Pbro. José Aníbal VERDAGUER .


(negritas y subrayados son míos)  Lo resaltado en gris muestra a las claras que el monumento ya estaba destinado a la Paz y dónde ubicarlo, sin intervención de otras personas ajenas).










CRISTO REDENTOR- Aclaración de una falsa historia. Ángela Oliveira Cézar de Costa.
En el diario de Mendoza UNO  del 12.3.2004 leemos: ..”los verdaderos protagonistas (en la instalación del Cristo) fueron un obispo, un escultor y una dama de sociedad con alma de pacifista”. ¡NO! Los protagonistas ¡SÍ! fueron el Obispo de Cuyo F. Marcolino Benavente y la feligresía de Mendoza y de otras provincias y el Escultor Mateo Alonso.
  La dama de sociedad, aunque de confesión católica, se prestó para deslucir el cumplimiento de la Iglesia en cuanto a los deseos manifestados por el Papa León XIII. Mala feligresa, a pesar de las fotos que publicó rodeada de tules, con ojos mirando al cielo, queriendo trasmitir una imagen celestial que sus acciones desmintieron.
  En la carta del Obispo Benavente a Mons. Pablo Cabrera (adjunta) que dice:”…que no escapará a su fino criterio, desde que la Estatua pasó a manos del Gobierno, tomando carácter oficial y llegando a ser monumento internacional: no tengo ingerencia en el asunto y he quedado a recibir lo que me den, el Gobierno dispone de todo.” Falsamente dice otro escritor: “...que la dama argentina, consiguió que el obispo Benavente CEDIERA el monumento para instalarlo en la cumbre de los Andes… (¡Cediera?!
Otra patraña. “Así saludó Mons. Jara ( Obispo de Ancud, Chile) a quién había sido la ideóloga!? E inspiradora ¡? de elevar el Cristo de los Andes : doña Ángela Oliveira Cézar.”  Mons. Jara nunca le hizo un saludo tan especial.
  En cuanto a la famosa medalla que también por ahí dicen “que se la entregó el Papa” no es así: la misma le fue enviada: leemos en el Movimiento de la Curia de la Revista Eclesiástica de Bs.As., Marzo 1º de 1904. “Se recibe una nota del Exmo. Sr. Internuncio Apostólico adjuntando una medalla de plata que S.S. Pío X acuerda a la Sra. Ángela Oliveira César de Costa” (Cómo será el “acomodo” que antes de la inauguración ya recibe su medalla, intrigas palaciegas digo yo.) Y el 2.3.1904:… “El Excmo. Sr. Arzobispo ha designado el día 5 del corriente a las 2 p.m. para hacerle entrega de ella, en este Palacio Arzobispal.”… Manuel Elzaurdía, Canónigo secretario.
  Con esto confirmamos que los “manejos” ya habían comenzado mucho antes del 13.3.1904, que dio como resultado la “leyenda” de la dama de sociedad. (observo que si cambio o por u queda tal cual…)

Repitamos lo ya expuesto, pero conviene para fijarlo bien en la memoria honesta de la gente.

El Monumento a Cristo Redentor en la Cordillera de los Andes.
El Obispo de Cuyo Mons. Marcolino del Carmelo Benavente, dio a conocer su hermosa idea de erigir una estatua a Cristo Redentor en Los Andes, por medio de su carta pastoral sobre la “Era Cristiana” de fecha 1º de noviembre de 1900, cuyos párrafos relativos a dicha estatua dicen; “La forma que hemos determinado para manifestar la fe y la gratitud, es erigir una estatua colosal en la cumbre de los Andes a Cristo Redentor. Pobre homenaje es cierto, pero de gran significado. Ese bronce hablará perpetuamente de nuestro reconocimiento a su soberanía, y recordará a las generaciones futuras, como al viajero que cruce los Andes, el Gran Civilizador de los pueblos, el insigne Libertador de las naciones, el Salvador del mundo…”  “Este acto solemne que pensamos realizar, significa también una súplica perenne al Dios de la Paz, pidiendo la unión y concordia entre todas las naciones del continente americano, máxime entre aquellas cuyas vinculaciones de origen y de fe, ligan más íntimamente nuestro afecto..”(Hist. Ecles. De Cuyo del P. Verdaguer)
 Entonces desde 1900 estaba definida la idea de la PAZ, del MONUMENTO y de la CIMA DE LOS ANDES.
 Lo que se le puede reconocer a Ángela son los trámites para donar una réplica del Cristo para el Palacio de la Paz que se erigió en La Haya. El logro no es muy laudable pues como condición para aceptar lo propuesto, la réplica tendría que ser esculpida por un escultor extranjero (es decir no argentino); a lo que la dama “argentina” y católica no titubeó en aceptar y pasarle el trapo a Alonso!  En realidad el extranjero plagió la obra de Mateo Alonso, pues aunque de dimensiones menores es una copia de la de éste
Ángela Oliveira Cézar de Costa olvidó “el primero en la tierra, el último en el cielo”, prefirió ultrajar, humillar al gran artista argentino Alonso. Triste logro el de esta dama.                          
                             


                                                                       
                     

martes, 10 de marzo de 2015

Espera previa a la entrada al Seminario




Espera en La Estancita



  La Estancita-[Río Ceballos]- Fr. Guillermo Buteler O.P.

DE SU NIÑEZ – La espera en “La Estancita”
Manifestada su vocación sacerdotal tenía que trasladarse a Córdoba para ingresar al Seminario Conciliar de Loreto. Se organizó el viaje a lomo de mula en caravana, único medio de traslado, acompañado por su señora madre Melitona. Luego de una travesía de 25 días llegan a destino. Con la inquieta emoción del niño que llega a la meta de su viaje y va a iniciar su vida en un medio que le era desconocido, entró en Córdoba, procedente de San Juan, montando  su mulita, compañera de viaje.  Era a principios de 1869, tenía doce años de edad.
A pesar de tener dos tíos sacerdotes en la ciudad, hermanos de Melitona, Fray Domingo Mercado y el P Eleuterio Mercado, no pudo ingresar de inmediato al Seminario y tuvo que trasladarse a Río Ceballos, a la espera de una beca libre en el Seminario. Fue conducido a La Estancita, estancia  posesión de los padres domínicos, situada  en Río Ceballos, que era administrada por su tío Agustín Mercado, hermano de Melitona. En ese lugar serrano, en la vida de campo se hizo de a caballo; se ejercitó en conocimientos indispensables al hombre de campo; se ejercitó en algunas faenas y hasta aprendió a cantar “tristes”. Durante la cosecha del trigo iba Pablito con los peones a llevar el precioso grano a un molino (ya desparecido y que estaba en donde es hoy la estación de Casa Grande) ahí debían entregarlo para la trituración. De la primera harina los peones amasaban en las caronas sabrosas tortitas. (Los Principios-La Niñez de la semana)
 Más tarde, en sus relatos Monseñor solía decir “pasé como un guaso en contacto permanente con la naturaleza y directo con los pobladores naturales del lugar; aprendí a pulsar la guitarra”; se descubrió una buena voz para el canto, acompañándose con ella; a conocer y aprender las faenas del campo; “todo este aprendizaje me fue muy útil más adelante para las interpretaciones más justas del folklore e investigaciones  históricas y lingüísticas que me tocó realizar”. Leía mucha poesía gauchesca, y no me separaba del Martín Fierro. Escribí uno larguísimo, y estando en Calamuchita me lo rabaron de debajo de la almohada, alguien, sin duda, que se había escandalizado” (El Pueblo-B.A. 16.7.1933).
Hay que resaltar que era nada más que un niño, que entre los 12 y 13 años buscaba aprender y amar su tierra; raro que a esa edad lean, comprendan el Martín Fierro. Esta recreación sería su primera obra literaria. Quizá yazga la misma en alguna casa, heredada de aquél que la robó.
  Llegó la hora de ingresar al Seminario. Había ya una beca libre. El que la dejaba era Amado J. Ceballos, quien se fue al Uruguay a cursar el profesorado, entrando en las filas coloradas. Escribió con el seudónimo Ashaverus, que significa “el judío errante”. En el tiempo que medió todavía para su entrada al Seminario, Pablito se hospedó  en la vieja Casa de Ejercicios, en la primera cuadra de la calle 9 de julio, donde es hoy (1929) uno de los edificios de Bartolo Minetti, siendo los ocupantes de la casa, cuatro personas: doña María Cáceres viuda de un maestro Cabrera, una señorita de apellido Cáceres y la sirvienta de aquellas, nombrada Silvestre. Ahí vivió en familia varios meses el futuro insigne historiador y corresponde señalar lo que parece un designio providencial, Pablo Cabrera ingresó poco después al Seminario; aquella viuda de Cabrera se incorporó entre las fundadoras de la benemérita orden de las Esclavas que fue fundada en ese decenio; Silvestra se agregó al servicio de la Casa Fundadora del pueblo General Paz y la señorita Cáceres ingresó en las Hermanas de Caridad de Nuestra Señora del Huerto, haciendo el Noviciado en Montevideo.
Lleno de ánimo y entusiasmo Pablito inició su carrera y fue el seminarista digno del sacerdote que sería luego.
Dirigía el Instituto el futuro jefe de la Iglesia argentina, como Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Uladislao Castellano   (Los Principios 1933).


Carona: Pieza de suela o cuero que se coloca entre la jerga y la silla de montar.  Jerga: Chil- Arg. pieza de lana o algodón que se pone en el recado de montar.