martes, 10 de marzo de 2015

Espera previa a la entrada al Seminario




Espera en La Estancita



  La Estancita-[Río Ceballos]- Fr. Guillermo Buteler O.P.

DE SU NIÑEZ – La espera en “La Estancita”
Manifestada su vocación sacerdotal tenía que trasladarse a Córdoba para ingresar al Seminario Conciliar de Loreto. Se organizó el viaje a lomo de mula en caravana, único medio de traslado, acompañado por su señora madre Melitona. Luego de una travesía de 25 días llegan a destino. Con la inquieta emoción del niño que llega a la meta de su viaje y va a iniciar su vida en un medio que le era desconocido, entró en Córdoba, procedente de San Juan, montando  su mulita, compañera de viaje.  Era a principios de 1869, tenía doce años de edad.
A pesar de tener dos tíos sacerdotes en la ciudad, hermanos de Melitona, Fray Domingo Mercado y el P Eleuterio Mercado, no pudo ingresar de inmediato al Seminario y tuvo que trasladarse a Río Ceballos, a la espera de una beca libre en el Seminario. Fue conducido a La Estancita, estancia  posesión de los padres domínicos, situada  en Río Ceballos, que era administrada por su tío Agustín Mercado, hermano de Melitona. En ese lugar serrano, en la vida de campo se hizo de a caballo; se ejercitó en conocimientos indispensables al hombre de campo; se ejercitó en algunas faenas y hasta aprendió a cantar “tristes”. Durante la cosecha del trigo iba Pablito con los peones a llevar el precioso grano a un molino (ya desparecido y que estaba en donde es hoy la estación de Casa Grande) ahí debían entregarlo para la trituración. De la primera harina los peones amasaban en las caronas sabrosas tortitas. (Los Principios-La Niñez de la semana)
 Más tarde, en sus relatos Monseñor solía decir “pasé como un guaso en contacto permanente con la naturaleza y directo con los pobladores naturales del lugar; aprendí a pulsar la guitarra”; se descubrió una buena voz para el canto, acompañándose con ella; a conocer y aprender las faenas del campo; “todo este aprendizaje me fue muy útil más adelante para las interpretaciones más justas del folklore e investigaciones  históricas y lingüísticas que me tocó realizar”. Leía mucha poesía gauchesca, y no me separaba del Martín Fierro. Escribí uno larguísimo, y estando en Calamuchita me lo rabaron de debajo de la almohada, alguien, sin duda, que se había escandalizado” (El Pueblo-B.A. 16.7.1933).
Hay que resaltar que era nada más que un niño, que entre los 12 y 13 años buscaba aprender y amar su tierra; raro que a esa edad lean, comprendan el Martín Fierro. Esta recreación sería su primera obra literaria. Quizá yazga la misma en alguna casa, heredada de aquél que la robó.
  Llegó la hora de ingresar al Seminario. Había ya una beca libre. El que la dejaba era Amado J. Ceballos, quien se fue al Uruguay a cursar el profesorado, entrando en las filas coloradas. Escribió con el seudónimo Ashaverus, que significa “el judío errante”. En el tiempo que medió todavía para su entrada al Seminario, Pablito se hospedó  en la vieja Casa de Ejercicios, en la primera cuadra de la calle 9 de julio, donde es hoy (1929) uno de los edificios de Bartolo Minetti, siendo los ocupantes de la casa, cuatro personas: doña María Cáceres viuda de un maestro Cabrera, una señorita de apellido Cáceres y la sirvienta de aquellas, nombrada Silvestre. Ahí vivió en familia varios meses el futuro insigne historiador y corresponde señalar lo que parece un designio providencial, Pablo Cabrera ingresó poco después al Seminario; aquella viuda de Cabrera se incorporó entre las fundadoras de la benemérita orden de las Esclavas que fue fundada en ese decenio; Silvestra se agregó al servicio de la Casa Fundadora del pueblo General Paz y la señorita Cáceres ingresó en las Hermanas de Caridad de Nuestra Señora del Huerto, haciendo el Noviciado en Montevideo.
Lleno de ánimo y entusiasmo Pablito inició su carrera y fue el seminarista digno del sacerdote que sería luego.
Dirigía el Instituto el futuro jefe de la Iglesia argentina, como Arzobispo de Buenos Aires, monseñor Uladislao Castellano   (Los Principios 1933).


Carona: Pieza de suela o cuero que se coloca entre la jerga y la silla de montar.  Jerga: Chil- Arg. pieza de lana o algodón que se pone en el recado de montar.




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